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martes, 4 de septiembre de 2012

171.


Estábamos en un baldío.
El sol caía en cámara lenta, y daba una luz mortecina.

100 familias tomaban el terreno de dos cuadras.
En el barrio se habían ganado el desprecio de los vecinos por culpa de, entre otras cosas, chorros oportunistas que se cagaron en la necesidad de vivienda y usaron la toma de aguantadero.

Hacía dos noches que la cana reprimía con balas de goma y sin orden de desalojo. Los nenes que había en el lugar no lloraban solo por el gas lacrimógeno. Nosotros por la tarde ayudábamos a levantar casillas y a convencer a la gente de que hacíamos lo correcto ocupando esas tierras sin uso.

Dije que el sol caía y la luz era mortecina.
También pasó un viento fuerte, y yo me enamoré de vos por como hizo volar tu pelo.

¿Me enamoré de vos en los pastizales?
¿Me enamoré del viento?

Quizás solo quería estar enamorado...

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