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martes, 29 de octubre de 2013

198.

 Desde el tercer piso no se ven tan pequeños. Se distinguen rostros, incluso. Pero es seguro. Desde esta altura es seguro. Solo siento pena por mi familia, y tal vez por mis amigos.
Una pierna primero y la otra después. Aferrarse con fuerza al cemento a retaguardia y dejar caer, antes del cuerpo, algunas lágrimas.
 Luego, dejar de imaginar la muerte y bajar las escaleras desde la terraza hacia el buffete.

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